Por aquel entonces eran tan solo cinco en casa. Hacía poco se habían mudado de ciudad, habían experimentado grandes cambios de los que supongo no eran muy conscientes aún.
Venían de un pueblo, con su campo, sus cosechas, sus animales y su olor especial. Vamos, todas esas cosas que hacen que un pueblo se diferencie de una ciudad. Ellos, por trabajo, habian emigrado a Madrid. Como recién salidos de una burbuja, se apearon del tren. El bullicio ahora, sería su entorno natural.
Durante unos meses sin que aconteciera gran cosa, fueron rehaciendo sus vidas, unos en el colegio, otros en su nuevo trabajo. Intentaban superar así, el hecho de no saludar caras conocidas, charlar entretenidamente con amigos en esquinas de calles estrechas, corretear en el llano o los duros de chucherías.
De sobra es sabido que a la edad de cuarenta las mujeres comienzan a coquetear con la menopausia. De modo que la madre de esta peculiar familia decidió hacerse una análisis para comprobar que todo estaba bien. Supuesta alergia pensada por ella, le informaron del bombazo: EL EMBARAZO.
Tras un verano caluroso, en el que los niños volvieron al pueblo, los padres, vistos en tal situación dieron rienda suelta a su libertad, al parecer, despreocupados totalmente de lo que pudiera pasar. Eso es lo que pasa... siempre escuché excusas como "no había tele", "se fue la luz", "no había qué hacer"... pero... ¿esta?
Nueve meses de tranquilo embarazo desencadenaros sentimientos varios: las típicas llantinas de la más pequeña de la casa, la alegría de los mayores, la inquietud del papá, la preocupación de la mamá...
Y llegó abril, finales de mes. Contracciones, sudores fríos, dolores de riñones...
rompe aguas. Rosada y sin el típico hinchazón de bebé es como Lucía se cegó con la primera luz.
LA MÚSICA CRISTIANA TE CONECTA CON DIOS
Hace 11 meses
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